La palabra squint tiene varias acepciones, pero curiosamente tiene un significado en Escocia que no posee en ningún otro país de habla inglesa. Squint, como adjetivo, sirve para describir algo que no está completamente recto, que se desvía de la línea recta y que puede llegar a ser un trazo oblicuo. Precisamente, esa idea de divertida imperfección es la que ha querido transmitir Eleanor Vallely al llamar así a su marca de ropa.
Squint comienza a tomar forma después de que Ellie terminase la carrera de Diseño y Negocios en la Universidad de Brighton, en 2016. Ya había utilizado ese término para darle título a su trabajo de fin de carrera, y tras un par de prácticas no remuneradas, decidió continuar ese proyecto y crear oficialmente su marca.
Las paredes de su estudio, montado en una de las habitaciones de su casa, están llenas de ideas y fotos que sirven de inspiración, además de libros, como “Babe” de Petra Collins, y objetos varios como una radio antigua y un monopatín, representando este último una influencia bastante importante en su creación.

Ellie siempre ha estado muy interesada en la cultura skate y desde el principio ha buscado plasmar en sus prendas una funcionalidad que permita incluso usarlas en este ámbito y que además pueda atraer a todo tipo de chicas, ya sea con un estilo generalmente considerado femenino o con uno más masculino. Afirma que rechaza completamente la moda de alta costura y que toda su ropa “puedes llevarla todo el tiempo y en cualquier momento”.
Sus colecciones parten de experiencias personales y los diseños buscan la satisfacción personal, por lo que se alejan de modas actuales. “Yo me pongo toda mi ropa, estas prendas son cosas que he soñado llevar”, comenta. Su última colección, pensada durante sus últimas vacaciones en Australia, surge de recuerdos de su infancia, de esos veranos en el camping con toda la familia.
Colaborar para crear
Además del evidente uso de líneas asimétricas en sus diseños, otra cosa que hace especial a su marca es la continua colaboración creativa en los diferentes ámbitos del proceso.
Asegura que siempre le ha parecido muy interesante como “las mujeres interactúan con la moda” y por eso trabaja con un equipo femenino, desde su creación, pasando por las modelos y terminando con la parte creativa y de fotografía. En la última colección “Organised fun”, se crearon diferentes estampados con el trabajo de la artista y diseñadora Alice Dansey-Wright, y las prendas fueron mostradas por modelos femeninas, siempre amigas suyas que además de “muy guapas”, como ella dice, son mujeres «reales, con las que puedes identificarte».
El reto de crecer
Cuando entrevisté a Ellie, todavía tenía prendas de la colección sin terminar, las ilustraciones que servirían de estampados estaban solo sobre el papel y había notas e ideas por todos lados. De ahí a terminar una colección, preparar la sesión fotográfica, vídeo promocional y presentación oficial de la ropa hay mucho trabajo.

Ahora mismo, al trabajar por su cuenta le resulta muy difícil parar pero al preguntarle sobre un futuro con una mayor producción y quizá un equipo más grande, admite que le resultará difícil ceder responsabilidad si la marca sigue creciendo.
Su sueño es tener un pequeño equipo en casa con una pequeña fabrica y producirlo todo ahí. Esto le permitiría tener cierto control, seguir siendo lo más ética posible con su marca y además podría ofrecer un mayor rango de tallas, algo muy importante para ella. De lo que sí está segura es que es «demasiado perfeccionista» como no encargarse de toda la parte creativa y que le gustaría seguir haciendo algunas de las prendas a mano, como hasta ahora.
Tras la muestra de su nueva colección y un par de eventos en Glasgow y Edimburgo, Ellie y sus líneas imperfectas cruzan medio mundo hasta Melbourne, Australia. Durante la entrevista dijo que en cinco años se veía allí colaborando con artistas internacionales; la primera parte del plan se ha adelantado y la segunda seguro que llegará pronto.
