¡Cómete las calles de Seúl!

La comida coreana está llena de sabor, color y aroma. Esto se puede comprobar simplemente recorriendo tanto Seúl, como cualquier otra ciudad de Corea del Sur. Es muy común comer en la calle, y los puestos callejeros son la excusa perfecta para hacer una parada tras la larga jornada de trabajo, antes de ir a casa, o después un agotador día de turismo, antes de volver al hotel. ¿Qué ofrecen estos pequeños restaurantes al aire libre?

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Tradicionalmente, el menú principal de los puestos consiste en tteokbokkikkochi eomukk, sundae, kimbab y twikim. El primero es temido por los no familiarizados con el picante, pero para los que se atrevan, hay un callejón lleno de restaurantes especializados en estos pasteles de arroz en Sindang-dong.  El eomukk es una buena opción en la estación invernal por servirse en caldo caliente; el sundae o «morcilla coreana» depende claramente del gusto personal; y los rollitos de arroz con verduras, es decir el kimbap, junto al twikin, como se llama a las verduras, huevo, gambas o boniato rebozado y fritos, son una opción segura. El pollo frito picante también se vende en la calle y en la zona que rodea la universidad de Ewha se encuentran un buen número de puestos.

Si bien es fácil encontrar estos platos en cualquier puesto, también hay restaurantes especializados en este tipo de comida callejera, por si el estar sentado es una condición para comer.

Para terminar la cena a veces apetece un dulce, y a cualquier hora también; en ambos casos la calle coreana también está preparada para ello. El hotteok, otro clásico de las calles de este país, es una masa de trigo rellena de azúcar y frita, aunque los mejores son los rellenos de cacahuetes o pipas. El bunggeopang es fácilmente reconocible por su forma de pez y en su interior hay dulce de alubias rojas. Una variación de este dulce, con una forma más particular, es el dongpang a la venta en Insadong. Por último, minúsculos puestos salpican las calles vendiendo gyeranbbang, una especie de huevo frito en un bollito de pan, y castañas asadas, cuyo olor resulta un clásico invernal tanto aquí, como en muchas ciudades españolas.

Quizá sería apropiado añadir un último puesto que, si bien lo que venden no es tan común en la capital coreana y pocos coreanos lo comen, está presente en la ciudad: beondegi. Quien se anime a probarlo solo tiene que visitar el parque de Yeouido.

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En la capital, nuevas ideas callejeras se incorporan rápidamente al menú. Ahora se puede encontrar, entre otras delicias, algodón de azúcar, gofres con helado, brochetas de fruta, zumo de granada, batidos, y el postre estrella de esta temporada: churros. El amor por este alimento que aparece ocasionalmente en los desayunos españoles ha sido tanto que, después de llegar a las pequeñas tiendas de los barrios más famosos, ha saltado a la calle. Todo esto, y más, se puede encontrar por los barrios de Myeongdong y Hongdae.

Además de lo cómodo que resulta hacer una parada en cualquier momento para recargar energías y lo indiscutiblemente rico que está todo, lo mejor es el precio. Aunque puede variar, dependiendo de la comida y el puesto, todo se encuentra entre los 1.000 y 3.000 wones, es decir, un par de euros. Una forma sorprendentemente barata de disfrutar las calles de Seúl el doble mientras se visita la ciudad.

Fotos y texto: Ana Fernández para El Viajero

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